Es una situación común: percibes que escuchas perfectamente por un oído, pero el otro parece estar “apagado” o tiene una pérdida auditiva significativa. La pregunta que surge inevitablemente es: si puedes oír bien con uno, ¿realmente necesitas audífonos?
La respuesta corta y crucial es sí: es muy probable que los necesites, y no solo para ese oído que escucha mal. Ignorar una pérdida auditiva en un oído, incluso si el otro compensa, tiene implicaciones que van mucho más allá de simplemente escuchar.
En el siguiente artículo te contamos más sobre lo que tienes que hacer.
Las consecuencias de la pérdida unilateral
La audición es un trabajo en equipo. Escuchar con ambos oídos (audición binaural) es esencial y te proporciona beneficios que un solo oído no puede igualar. Cuando uno falla, se pierden habilidades auditivas fundamentales:
Pérdida de la localización del sonido: el cerebro usa las diferencias mínimas en el tiempo y la intensidad con que el sonido llega a cada oído para identificar su origen. Con un solo oído funcional, pierdes esta capacidad. Esto no es solo una molestia; es un riesgo de seguridad al cruzar la calle o al no poder determinar de dónde viene un grito de alerta.
Fatiga auditiva y esfuerzo mental: aunque el oído “bueno” amplifica el sonido, el cerebro tiene que trabajar el doble para rellenar los huecos de información que provienen del lado sordo. Esto provoca una inmensa fatiga cognitiva. Al final del día, puedes sentirte exhausto, no por lo que hiciste, sino por lo difícil que fue oír.
Dificultad en ambientes ruidosos: en una conversación grupal o en un restaurante concurrido, tu cerebro necesita la información de ambos oídos para filtrar el ruido de fondo y concentrarse en la voz. Si un oído está “desconectado”, todo el esfuerzo de filtrado recae en el otro, haciendo que la comprensión del habla sea casi imposible.
Riesgo de privación auditiva: si el oído con pérdida no recibe estimulación sonora constante (porque no usas audífono), el centro auditivo del cerebro asociado a ese lado puede “reorganizarse” y volverse menos capaz de procesar el sonido. Este fenómeno se llama privación auditiva. Cuanto más tiempo pase, más difícil será que ese oído se beneficie de un audífono en el futuro.
La prevención: claves para proteger lo que queda
La mejor estrategia es siempre la prevención. Si uno de tus oídos ya está comprometido, proteger el oído “bueno” se convierte en una prioridad absoluta:
Protección contra el ruido: la exposición crónica a sonidos fuertes es la causa número uno de pérdida auditiva y tinnitus. Usa tapones siempre que estés en un ambiente ruidoso y mantén el volumen controlado al usar auriculares de música.
Chequeos regulares: visita a un especialista al menos una vez al año para una prueba de audición. El diagnóstico temprano es crucial para identificar cualquier cambio en el oído “bueno”.
Estilo de vida saludable: la salud auditiva está directamente ligada a la salud cardiovascular. Una buena circulación sanguínea es vital para las células sensibles del oído interno.
En definitiva, no escuches solo por necesidad, sino por calidad de vida. El uso de tecnología auditiva y las medidas de prevención adecuadas aseguran que tu audición sea plena y sin esfuerzo, incluso con un solo oído fuerte.
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